En la ciudad de Loja, el 24 de julio, se realizó el lanzamiento oficial del libro biográfico de Julio Hidalgo González, escrito por el doctor Genaro Eguiguren Valdivieso, el cual recoge la vida, obra y legado del fundador de Hidalgo e Hidalgo como destacado constructor y empresario de nuestro país. El libro biográfico lanzado con motivo de su centenario, reúne documentos históricos, fotografías inéditas, anécdotas familiares y reflexiones sobre el impacto de su trabajo en el Ecuador contemporáneo. Esta publicación busca no solo preservar su memoria, sino también inspirar a las nuevas generaciones.
En sesión solemne realizada el 26 de julio en la ciudad de Sozoranga, se develó una placa conmemorativa por parte de la Alcaldía, en reconocimiento a su invaluable contribución al desarrollo del Ecuador. La ceremonia se realizó en la Plaza Central de Sozoranga, que también lleva su nombre y en la cual está el monumento que honra su memoria. Como parte del homenaje, se estrenó un documental que recorre los momentos más significativos de su vida personal y profesional. A través de testimonios de sus hijos, especialmente de Juan Francisco, y de colaboradores cercanos, el audiovisual refleja la profunda vocación de Julio Hidalgo por llevar agua, caminos e infraestructura a los rincones más apartados del país. Homenajes que forman parte de una serie de actividades conmemorativas que se realizarán durante el año de su centenario, en distintas ciudades del país donde Julio Hidalgo dejó huella.
Julio Hidalgo González, nació el 27 de julio de 1925 en Sozoranga provincia de Loja, en un hogar, donde desde muy joven aprendió el valor del esfuerzo y la responsabilidad. La temprana pérdida de su padre es un hecho que marcó su carácter disciplinado y resiliente. Se graduó como Ingeniero Civil en 1952 en la Universidad Central del Ecuador, demostrando un fuerte liderazgo, además de ser director de la revista facultativa. Inició su carrera en el Ministerio de Obras Públicas y luego en la Municipalidad de Loja, combinando la práctica profesional con la docencia. En 1954 se trasladó a Quito, donde conoció a su compañera de vida, doña Olvia Barahona. Juntos, formaron una familia basada en el amor y los valores. Su vida fue testimonio de compromiso, servicio y visión.
Su legado está presente en obras emblemáticas de agua potable, riego, infraestructura vial y desarrollo nacional. Pero más allá de sus logros técnicos, quienes lo conocieron recuerdan su integridad, generosidad y compromiso con su familia, sus trabajadores y su país.