ALEJANDRO COELLO / PARA NOTIMERCIO
Las relaciones sexuales en pareja no siempre deben ser impulsadas por una fecha especial o un evento especifico, este 14 de febrero también puede ser un espacio intimo y especial.
En San Valentín incluso una velada a la luz de las pantallas y en pijama puede ser un momento especial.
La tarde del día de San Valentín es el único momento del año en el que veo a los vendedores de girasoles en la Av. Patria con las manos vacías. Ahora todo su stock de flores amarillas se encuentra en posesión de los oficinistas de la zona que llevan sus trajes más costosos y huelen a One million o Invictus de imitación.
Se puede palpar el nerviosismo de los estudiantes universitarios, saliendo de las tiendas de variedades con regalos para esta noche, en los que tratan de hacer alcanzar sus limitados presupuestos.
La ansiedad general por conseguir flores, chocolates, vino o reservar una cena en un restaurante de lujo y un motel para después, no es algo de lo que yo forme parte el 14 de febrero. En lugar de seguir a la masa que va detrás del vendedor de flores, camino tranquilo hacia la farmacia más cercana. Pido un par de paquetes de condones, un frasco de lubricante, algunos relajantes musculares (en caso de un accidente) y lo guardo todo en una bolsa negra para evitar que me vean como si fuera un depravado en el Metro de Quito, y regreso a casa.
Mi pareja y yo no somos unos románticos empedernidos. A ella no le gustan las flores y los regalos. A mí me dan estrés los restaurantes atiborrados de gente. Pero ambos disfrutamos mucho del sexo en pareja después de cenar frente a la computadora. Planeamos una noche a solas con un par de semanas de antelación.
Es un espacio para nosotros en dónde nos deslindamos de las presiones sociales y los ideales del romance. No nos arreglamos para la ocasión, la velada es a la luz de las pantallas y en pijama. Los toqueteos surgen de forma espontánea. En lo personal lo prefiero así, intimo y seguro, no lo hacemos por la presión del momento es un ejercicio del querer.