María José López, la mujer que inspira el bien a través de la ciencia y la tecnología

Eliana Betancourt
11 Min Read

Magaly Villacrés desde España/Para Notimercio

Ma. José Lopez, es una docente y científica riobambeña que impulsa proyectos de ciencia y tecnología con impacto en la vida de la gente.

La historia está llena de mujeres valientes que han contribuido al mundo desde el conocimiento. Varias de ellas tuvieron que enfrentar adversidades, obstáculos o discriminación. María José López, una riobambeña de 38 años, es un referente internacional en el campo de las telecomunicaciones y, al igual que otras mujeres de ciencia, ha cimentado su carrera a base de esfuerzo, coraje y, sobre todo, fe.

Su historia tiene la huella de dos heroínas silenciosas: su madre Sonia Montero, quien madrugaba a las 4 a.m., de lunes a domingo, para ir a trabajar al puesto de comida típica en el Mercado La Merced, junto a su abuela «mami Carmen», otro de los puntales de su vida. De esta forma se solventaban los gastos de ella y su hermano menor Sebastián, así como las carencias propias del hogar.

Todas las tardes hacía las tareas en la última mesa del sitio de comida sobre hojas de periódico que le acomodaba su mamá para que no se mancharan los cuadernos, y cada una de sus palabras le fueron moldeando el espíritu: «si estudias lograrás todo lo que quieras», le repetía.

Recuerda con gratitud a su profesora de 2do grado, Mayra Villacrés, en la escuela Nuestra Señora de Fátima, de Riobamba. «Creía tanto en mí y junto a mi mamá me convencieron de que podía conquistarlo todo». El estímulo constante de su maestra, su madre y abuela, fueron la semilla que la llevó a despertar una fuerza secreta, interna y poderosa.

De niña tuvo una única muñeca de trapo, a la que su tío bautizó como «Tontina». Su curiosidad la condujo a indagar en el porqué de las cosas. Construía castillos con legos. Desarmaba los juguetes de su hermano y al intentar repararlos le sobraban las piezas. Desarrolló un sentido protector hacia él, quien la llamaba «Morenita», y lleva grabado a fuego su consejo: «No te conformes con ser la mejor, debes destacar».

Ma. José a los 7 años, con su muñeca de trapo que conserva hasta hoy.

Se bebía los libros, sobresalía en el aula y fuera de ella; estudió el bachillerato en dos centros educativos distintos y se graduó simultáneamente. Después ingresó a la Escuela de Ingeniería en Telecomunicaciones y Redes en la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, Espoch.

Por su inteligencia, el destino profesional parecía estar trazado. Sin embargo, la vida misma la arrastró a la mayor batalla de supervivencia: la de su progenitora. Suspendió su formación para acompañarla a enfrentar un cáncer de útero. Se trasladaron a SOLCA en Quito, y luego de dos años de lucha desafiaron el diagnóstico mortal y retornaron a Riobamba.

Ma. José retomó sus estudios, pero la urgencia económica no daba tregua y había que pagar medicinas, la renta de la casa y el colegio de su hermano. Empezó a trabajar por las mañanas en un centro de cómputo, también vendía helados, sacaba copias, escribía oficios, y como entendía de tecnología reparaba los computadores.

Fue perseverante y no se rendía fácilmente. Tras obtener la ingeniería, en 2015 ganó una beca para estudiar un masterado en Telecomunicaciones en la Universidad de Calabria, Italia. Solicitó la visa y se la negaron por cuatro ocasiones. La obtuvo al quinto intento. Entre su familia reunieron dinero y le entregaron 80 dólares para el viaje; después debería subsistir por sus propios medios.

El primer día de clases apenas entendía el idioma y uno de los maestros mencionó que los ecuatorianos no estaban aptos para ese nivel de exigencia. Tenía miedo a fracasar. Sí, tenía el miedo aferrado a los huesos, pero lo mantuvo a raya, detenido; optó por grabar con su teléfono cada clase y por las noches se dedicaba a traducir y aprender. Todo le costaría el doble.

En el centro universitario le facilitaban la habitación, el almuerzo y la cena. Entonces, guardaba un yogurt y una manzana de la comida anterior para tener algo que desayunar al día siguiente. En Italia conoció a su esposo y fue su salvación.

Sabía que no podía darse el lujo de suspender ninguna materia. Al finalizar los dos años de carrera había quebrado el estigma de la nacionalidad; se ganó el respeto de sus profesores, obtuvo con honores el título de máster y retornó a Ecuador junto a su madre y a la Espoch, como docente.

El mérito académico ha sido su pasaporte. En 2019, accedió a una beca de Senescyt, para realizar un doctorado en Teoría de la Señal y Comunicaciones en la Universidad de Catalunya, en Barcelona. Viajó junto a su esposo, tuvieron a su primera hija a la que llamaron Paz, atravesaron la pandemia y tiempo después soportó la pérdida de su abuela «mamá Carmen», el cimiento principal de su fortaleza. Antes de partir le dijo: «me voy tranquila, porque llegaste a ser quien quisiste en la vida».

En las aulas universitarias imparte a sus alumnos los fundamentos de la ciencia y la tecnología, pero a cada proyecto les pregunta, cómo aporta aquello a la vida de la gente. El pasado 3 de julio, Alan Monar y Deyvi Totoy, estudiantes de Ingeniería Telemática, viajaron a París a participar en el Congreso Internacional sobre energías eléctricas informáticas y energéticas ICECET. Allí expusieron una propuesta de creación de un bastón con dispositivo inteligente para personas con discapacidad visual y que facilita la asistencia en la movilidad.

Mediante Google Académico es posible obtener un detalle integral de sus aportes al campo científico. Registra 14 investigaciones de alto impacto, básicamente dirigidas al ámbito de la Biomedicina. Como profesional está convencida de que, la ciencia debe estar al servicio del ser humano; no todo reside en lo material.

Uno de sus artículos sugiere la utilización de radares a nivel automotriz capaces de distinguir alteraciones en el sistema respiratorio, y que podrían incidir en la disminución del riesgo de accidentes causados por somnolencia o fatiga.

Otra investigación notable es sobre «El lenguaje del dolor», cuyo análisis se centra en el reconocimiento de las expresiones faciales, a fin de descubrir el origen y causa de las dolencias en personas de grupos vulnerables que no logran comunicarse como son: adultos mayores, pacientes con Alzheimer, e incluso, infantes recién nacidos.

Su hoja de vida es un camino de conquista impregnado del afán por el servicio y un sentido de liderazgo indiscutible. Empezó como tesorera de la Asociación de Estudiantes en la Facultad de Ingeniería Electrónica, y terminó siendo Coordinadora de la Red Latinoamericana de Mujeres Universitarias.

Entre sus logros está el premio europeo al Emprendimiento en 2024, y al mérito en Investigación en 2023. Sus ideas y aportes han alcanzado notoriedad a nivel internacional y hace poco fue reconocida en Barcelona, como una de las 100 Mujeres TIC Referentes de Catalunya 2025.

Este galardón la convierte en la primera mujer ecuatoriana en integrar este grupo de mujeres líderes en la tecnología en Europa, y que forma parte de la campaña «Women Approved», una iniciativa de alto nivel promovida por el Instituto Más Mujeres y que cuenta con el aval de la Generalitat de Cataluña y la Unión Europea – Next Generation EU.

A la par de su gestión académica, María José creó la Fundación Warmi2Warmi, una organización sin ánimo de lucro y con la que pretende acortar la brecha de desigualdad de género, mediante programas de capacitación y mentoría para niñas y mujeres en áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).  Su equipo está conformado por mujeres del área rural y urbana, lideresas comunitarias, trabajadoras del campo, emprendedoras.

María José López lidera la Fundación Warmi2Warmi, que pretende acortar la brecha de desigualdad de género y capacita a niñas y mujeres en el uso de las tecnologías para cambiar su entorno y su vida.

En junio de 2025, fue designada presidenta del Capítulo Ecuador del STEM Women Congress, y el país será anfitrión del congreso el próximo mes de octubre. Durante su nombramiento en Madrid recibió simbólicamente «La Escalera del Conocimiento», que marca el inicio del nuevo capítulo.

María José conoce la importancia de sembrar para luego recoger, y su vida es un mosaico de anécdotas que muestran una nueva visión sobre lo femenino, su aporte en áreas de conocimiento y el poderoso instinto para crear y transformar el destino.

Share This Article
No hay comentarios