El helado, un delicioso manjar con historia propia

majocuenca
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Los chinos, durante la dinastía Tang (618-907 d.C.), ya combinaban leche (de búfala, vaca o cabra) con harina y alcanfor para crear una especie de helado.

Tomado de La Historial del Helado en Europa

El helado es un alimento que nos acompaña desde tiempos inmemoriales y forma parte de nuestras vidas. Pero ya no solo para aliviarnos del calor: lo consumimos habitualmente a lo largo del año e incluso ha alcanzado niveles de elaboración de alta cocina.

El origen del helado data de hace al menos 3.000 años y fue inventado en Oriente. Fueron los chinos los que preparaban una especie de pasta de leche de arroz mezclada con nieve para su mejor conservación. Se sabe que en la corte de Alejandro Magno se enterraban en la nieve ánforas con frutas mezcladas con miel para conservarlas mejor y se servían heladas.

Marco Polo, tras 20 años viajando por Oriente, lo introdujo en Italia a finales del siglo XIII y fue extendiéndose por el resto de los países europeos poco a poco, aunque esta teoría se la pone en duda pues el explorador no los menciona en sus escritos.

Expertos sostienen que los antiguos romanos son los inventores del sorbete, predecesor del helado, para lo cual usaban nieve, frutas y miel. El emperador Nerón hacía traer nieve de los Alpes para que le preparasen la bebida helada.

La expansión del helado comenzó en Italia, donde Florencia acaparó su protagonismo. El arquitecto, escenógrafo e ingeniero militar Bernardo Buontalenti, al servicio de los Médici, inventó el “gelato”, precursor del helado tal como se conoce hoy.

En 1686, el siciliano Francesco Procopio dei Coltelli abrió en París Café Procope, al que acudió el mismísimo rey Luis XIV para felicitarlo por sus helados. Una de sus recetas famosas estaba compuesta por una mezcla de leche, crema, mantequilla y huevos. También ofrecía sorbete compuesto por trocitos de hielo, frutas picadas, nueces y miel, servido en copa de metal para maximizar el frescor. Incluso inventó una máquina que homogeneizaba las frutas, el azúcar y el hielo: lo que hoy conocemos como crema.

Durante muchos años los italianos guardaron celosamente el secreto de la preparación, aunque como vendedores ambulantes lo difundieron por el mundo. Para el siglo XVIII las recetas de helados artesanales empezaron a incluirse en los libros de cocina.

En el siglo XIX aparecen en París las primeras copas de helado, en Italia las “cassattas” y los granizados y en Viena el helado de chocolate y el café helado.

El siglo XX vino cargado de novedades en la industria y distribución del helado en Europa y Estados Unidos.

En España, las primeras ciudades en disfrutar fueron Madrid, Barcelona y Valencia. Los que no podían permitirse el lujo de ir al café, la horchatería o botillería se fabricaban sus propios helados con agua extraída de la nieve, mezclada con zumo de fruta y metida en un molde, al que colocaban un palo adentro. 

Vendedores de gelato con sus carritos artesanales en Italia a mediados del siglo XX.

En el siglo XX, antes de que existieran las fábricas de helados, los artesanos suministraban sus productos en bares y en carros ambulantes. En los años 30 surgen los primeros establecimientos que fabrican helados de forma industrial. En los años 50 surge la modernización y expansión de la industria y nacen los grandes fabricantes de helados.

Desde 1960 a 1969, el consumo de helados en España aumentó de un litro a 1,6 litros al final de la década. El helado todavía se consideraba un lujo. A lo largo de los años 60 aumentó el número de hogares que adquirían un refrigerador y en 1965 se creó el Código Alimentario que reguló las normas higiénicas en la producción.

En 1978, los europeos ya consumían alrededor de dos litros de helados al año por persona. El consumo de 6,5 litros per cápita es un rango medio respecto el entorno europeo, destacando por encima de los demás, la preferencia por el helado artesanal y por las recetas tradicionales. 

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