¿Todos los plásticos son reciclables? Guía rápida para una adecuada gestión del plástico

majocuenca
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Galapagos Guardians, una iniciativa de Ichtion, te ayuda a conocer los tipos de plástico, reducir su uso y apoyar marcas responsables para proteger nuestros ríos y océanos.

En los últimos años, el reciclaje se ha vuelto parte de la rutina diaria. Separar botellas, lavar envases, llevar bolsas reciclables al súper, son maneras en las que se procura reducir el impacto en el planeta. La realidad es que, aunque el reciclaje es una herramienta valiosa, solo una pequeña parte del plástico producido logra reciclarse de forma efectiva. Pero hay una pregunta que muchas personas aún se hacen: ¿realmente todos los plásticos que se usan se pueden reciclar?

La respuesta corta es no. Y aunque esto puede sonar decepcionante, entender por qué no todos los plásticos se reciclan y cómo actuar al respecto es clave para cuidar el medio ambiente de manera más consciente. A continuación, Galapagos Guardians, una iniciativa de Ichtion, brinda detalles sobre cómo reciclar sin fallar en el intento de ser más amigables con el medio ambiente.

¿Cómo saber qué plástico se puede reciclar?

Una de las confusiones más comunes es pensar que el triángulo con flechas que aparece en los envases significa que ese producto se puede reciclar. Pero en realidad, este símbolo indica el tipo de plástico que se usó, no su reciclabilidad. Y la gran mayoría de las personas no sabe interpretar ese código.

Cada tipo de plástico tiene un número del 1 al 7 dentro del triángulo de flechas. Ese número indica qué tipo de resina se usó para hacerlo y si es fácil reciclarlo o no. Aquí te lo explicamos de forma sencilla:

PET (número 1): Botellas de agua y gaseosas. ¡Sí se recicla! Puede convertirse en ropa, alfombras o nuevas botellas.

HDPE (número 2): Bidones de leche o detergente. También se recicla bien; se transforma en tubos o muebles.

PP (número 5): Tapas de botellas, sorbetes, envases de yogurt. Se recicla con dificultad, pero puede usarse en piezas para autos o utensilios.

PVC (número 3): Tuberías, marcos de ventanas. Difícil de reciclar, contiene químicos peligrosos.

LDPE (número 4): Bolsas plásticas, envoltorios. Se recicla poco; su bajo valor lo hace poco atractivo.

PS (número 6): Vasos descartables, bandejas de comida. Muy difícil de reciclar por su ligereza y volumen.

Otros (número 7): Plásticos mezclados como en CD’s, biberones o lentes. No se pueden reciclar.

Un dato que preocupa:

Según un estudio publicado en Science of The Total Environment (2025) en el cual Grupo Icthion participó como fuente de investigación, existe un aumento del 60 % en la presencia de basura plástica en los cursos de agua del país en los últimos cuatro años.

“Cada año, más de 16.000 toneladas de plástico salen desde nuestras costas rumbo al océano, y muchas terminan en las Islas Galápagos. Este no es solo un problema ambiental, es una emergencia nacional. Si no cambiamos cómo producimos, consumimos y gestionamos el plástico, estaremos dejando un legado de basura en uno de los ecosistemas más valiosos del planeta”, señala Inty Gronnenberg, CEO de Ichthion en Ecuador y líder de la iniciativa Galapagos Guardians

¿Qué hacer con el plástico no reciclable?

Aunque no todo el plástico tenga una segunda vida, puedes ayudar a reducir su impacto:

  • Reduce su uso: Evita productos de un solo uso. Usa botellas reutilizables, bolsas de tela o envases de vidrio.
  • Reutiliza: Convierte plásticos no reciclables en macetas, organizadores o decoraciones.
  • Sepáralo bien: No mezcles estos plásticos con residuos reciclables.
  • No los quemes ni tires en la calle o ríos: La quema contamina el aire y tirarlos en la naturaleza daña a la fauna.
  • Apoya a marcas responsables: Elige empresas que usan empaques reciclables o que recuperan sus envases.

No todos los plásticos son reciclables, pero sí es posible tomar decisiones más responsables y conscientes. Conocer los tipos de plástico, separar bien en casa y reducir el consumo innecesario ayuda a proteger los ríos, océanos y comunidades.

Además de adoptar estos hábitos, los expertos señalan la necesidad de avanzar hacia soluciones más profundas, como la creación e implementación de esquemas de Responsabilidad Extendida del Productor (REP). Estos modelos trasladan parte de la responsabilidad del manejo de residuos a las empresas que ponen productos en el mercado, obligándolas a diseñar envases más sostenibles, recuperar los materiales que generan y hacerse cargo de su impacto ambiental.

Como consumidores, tenemos un rol activo: informarnos, reducir nuestra huella y, al mismo tiempo, pedir medidas efectivas para enfrentar la crisis del plástico. Cuidar el planeta no es solo una tarea individual, sino un compromiso colectivo que requiere la participación de todos: desde la ciudadanía, hasta el sector privado, las entidades públicas, la comunidad y los gobiernos. Solo sumando esfuerzos es posible impulsar un cambio real y sostenible.

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