Día Mundial del Perro: Una oportunidad para honrar la vida, el amor y la lealtad

majocuenca
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Los perros forman parte esencial de millones de familias, pero aún enfrentan abandono y maltrato en muchas ciudades.

Dr. Fernando Donoso, Director de la Escuela de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UIDE / Para Notimercio

En medio de un vínculo afectivo cada vez más fuerte con los perros, persisten el abandono, el maltrato y la sobrepoblación, especialmente en entornos urbanos como Quito. Esta realidad exige acciones concretas y un compromiso ético por parte de la sociedad.

Cada 21 de julio, el mundo rinde homenaje a uno de los vínculos más antiguos y profundos de la humanidad: la relación con el perro. Sin embargo, esta fecha no debe ser reducida a una celebración simbólica o romántica. Debe constituir, por el contrario, una oportunidad seria para cuestionarnos como sociedad sobre la calidad del vínculo que mantenemos con los animales que nos rodean, especialmente en un contexto urbano

Los perros son seres sintientes cuya presencia en la vida humana trasciende lo funcional. Su capacidad de generar vínculos afectivos, de acompañar en momentos críticos e incluso de colaborar en tareas de servicio y rescate, los convierte en actores relevantes de la estructura social contemporánea. No obstante, esta centralidad contrasta con las condiciones precarias, y muchas veces violentas, a las que son sometidos.

Las cifras recopiladas por la Unidad de Bienestar Animal del Municipio de Quito (UBA) son alarmantes y reflejan una problemática estructural: solo entre enero y junio de 2025 se registraron 2.186 atenciones por denuncias de maltrato animal. . Fernando Donoso, Director de la Escuela de Medicina Veterinaria de la UIDE menciona que esta cifra es representativa de una realidad extendida: el abandono, el maltrato físico y psicológico, y la negligencia en el cuidado de los perros son fenómenos todavía naturalizados en muchos sectores de la ciudad.

A esto se suma el problema de la sobrepoblación. Donoso menciona que las estimaciones poblacionales de la UBA señalan que en el sector urbano del DMQ, el número de perros en situación de calle por kilómetro cuadrado creció de 107 en 2019 a 542,29 en 2024. Aunque entre 2023 y 2024 se observa una desaceleración en el crecimiento (6,89%), el acumulado de los últimos cinco años evidencia una expansión del 406.81% en términos absolutos. En contraste, el sector rural presenta una leve disminución poblacional reciente (30.40% entre 2023 y 2024), lo que puede estar asociado al efecto positivo de políticas de control poblacional implementadas de forma territorializada.

En cuanto a los gatos, la Dra. Karina Pisco, Directora de la Unidad de Bienestar Animal del DMQ menciona que la situación es igualmente preocupante. El incremento de la población felina en condición de calle entre 2023 y 2024 fue del 32.06% en el área urbana y del 63.6% en el área rural, lo que subraya la necesidad urgente de ampliar la cobertura de campañas de esterilización también hacia esta especie.

Ante este escenario, la labor que desempeña la UBA es fundamental. En lo que va del 2025, la institución ha realizado 24.159 esterilizaciones de animales de compañía, una cifra significativa que contribuye a la disminución de la reproducción descontrolada y, por ende, del abandono. A esto se suma el rescate, la rehabilitación y la entrega en adopción responsable de 311 animales que, gracias a estas intervenciones, han podido iniciar una nueva vida en entornos seguros y afectivos.

En Ecuador, algunos datos curiosos permiten dimensionar la magnitud de este vínculo. Por ejemplo, se estima que uno de cada tres hogares en zonas urbanas del país convive con al menos un perro, y que el 72% de los tutores consideran a su perro como “un miembro más de la familia”. Asimismo, un estudio del 2023 revela que el nombre más común entre perros registrados en Quito es “Max”, seguido de “Luna” y “Rocky”. Curiosamente, muchas personas celebran el cumpleaños de sus perros con fiestas, pasteles especiales y hasta invitados caninos, reflejando el creciente fenómeno de la “humanización” de los animales de compañía.

La presencia de un perro en el hogar no puede ser reducida a la categoría de “mascota” o entretenimiento. Se trata de una relación que exige un compromiso ético profundo, que reconoce al otro como sujeto de derechos, con emociones, necesidades y capacidad de sufrimiento. En este sentido, el Día Mundial del Perro nos interpela no como una efeméride alegre, sino como un recordatorio de la deuda moral que la sociedad mantiene con millones de animales abandonados, invisibilizados o explotados.

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