En una noche cualquiera, descubro que ahora en el Metro de Quito hay que apretar un botón para abrir la puerta. Un cambio con horarios establecidos que obliga a estar más atentos.
Karla Herrera/NOTIMERCIO
Son las 20:00, salgo apresurada del centro comercial Mall El Jardín, en las noches resulta ser la mejor opción para tomarlo como un atajo y llegar a la parada del Metro. Llego a La Carolina, hora exacta en la que se supone que ya tendría que estar yendo a casa, estamos a buen tiempo.
No sé por qué, al menos esa noche no quiero pensar en los quehaceres de casa, o en el estar al tanto de la computadora. Nada. Solo quiero sentarme. Eso ya era un milagro. Y pasó, mientras esperaba el Metro, encuentro un asiento metálico libre, en fin, me siento y ¡Achachay! No recordé que llevo puesta un vestido floreado y el frío en mis piernas llegó directo. Por algún motivo extraño, me dio por contar las puertas del Metro. ¿Y cuántas puertas tiene un tren del Metro de Quito? No lo sé. No lo supe ese día.
Y creo que no lo sabré nunca si me distraigo con el conteo mientras el tren va pasando. Ahí estaba yo, entre el gentío que se acerca a la franja amarilla, unos listos para tomar asientos en caso de que estén disponibles. A pesar de que ya estoy en el vagón, me pregunto por qué al ingresar una señora aplastó un botón para que se abra la puerta, otra duda más a mi lista.
Sin embargo, ya al llegar a la Parada de La Pradera vi un letrerito nuevo en el andén. Decía: “Usuario experto, aprende y modernízate. Pulsa aquí para abrir». Vaya, entonces es eso.
Mientras tanto, la gente a mi lado ya estaba con ese desespero colectivo de las ocho de la noche. Un señor con casco de moto, una señora con cara de “que no se me acerque nadie”, un par de adolescentes conversando, y yo… con ganas de ya llegar a casa.
Ya en Quitumbe, mi mamá y mi hermana me están esperando, eso es un milagro, me ahorran el tiempo de ir en Corredor al Terminal Sur. Me subo al carro y les comento mi día, cómo estuvo, si comí o no. Entre la conversación nace un «¿Viste que hay que aplastar ahora unos botones para abrir el Metro?» de mi hermana Gaby. “Si vi, al principio pensé que la señora que aplastó ese botón cuando ingresamos se equivocó» le respondí. “Sí, ñañita, así ha sido”, me dijo.
Mientras ya arrancamos en el carro, mi hermana me comentó que leyó en las redes del Metro que, desde el 1 de junio, en horas valle, toca apretar el botón para que se abran las puertas. Solo en horas pico se abren solitas. Ahora hay botones verdes al lado de cada puerta, esto con el fin de ahorrar energía, evitar incidentes y que la gente se acostumbre a la modernización.
Me pareció sensato, pero igual pensé que ahora también tendré que coordinar vista, reflejos y botón. O sea, más presión para la vida moderna. Y yo que soy bien despistada, pero ahí vamos, debo estar viva viva como dice mi abuelita.
Llegué a casa y me metí a la página del Metro para ver cómo mismo es esa situación, ahí dice clarito en el Menú de su página Web: «En tres franjas horarias de menor demanda, los usuarios tendrán que presionar el botón ubicado en cada puerta para ingresar o salir del tren. Apertura manual con botón. Estas franjas son: De 05:30 a 06:30, de 10:00 a 17:00 y de 20:00 a 23:00. Además, los sábados, domingos y feriados, todas las puertas funcionarán únicamente con apertura manual, es decir, siempre será necesario accionar el botón».
La apertura automática sería durante los horarios de mayor afluencia, el sistema se mantiene como hasta ahora, las puertas se abrirán automáticamente. Esto ocurrirá en las horas pico, de 06:30 a 10:00 y de 17:00 a 20:00. Así que bueno, a dormir y al próximo viaje en el Metro, estaré atenta.