Sougand Hessamzadeh/ Para Notimercio
Durante años se ha criticado cómo las marcas vacían las luchas sociales, convirtiéndolas en slogans huecos. Pero, ¿y si esa apropiación comercial fuera también una vía —imperfecta, sí— hacia una transformación cultural?
Las marcas saben que hoy la audiencia busca sentido. Si hablan de igualdad o libertad, no lo hacen por filantropía, sino porque eso conecta. Incluso si el motor es el interés, el efecto puede ser valioso.
¿No es significativo que una adolescente vea cuerpos diversos en una campaña? ¿No importa que la palabra “memoria” aparezca en un pasillo comercial? Hace poco me regalaron una camiseta con la frase “la vergüenza debería cambiar de bando”. No va a cambiar el mundo, pero me gustó. Me recordó que incluso los pequeños gestos pueden tener eco.
Tal vez ese sea el punto: si lo aspiracional se tiñe de justicia, lo marginal puede volverse paisaje. Sí, hay riesgos: banalizar, dulcificar. Pero también una posibilidad. La causa no se diluye por estar en un estante del supermercado. Se diluye si dejamos de defenderla.