ALEJANDRO COELLO/PARA NOTIMERCIO
El placer masculino no siempre requiere de alguien más para lograrlo. Los juguetes sexuales son una opción para quienes queremos experimentar con nuevas sensaciones.
Durante la temporada navideña, con mi pareja tuvimos nuestra cita para buscar el regalo que le daríamos al otro. Recorrimos el pasaje enroscado del Centro Comercial Caracol en busca de opciones divertidas y baratas.
Cada tienda tenía en la puerta un promotor que te invita a comprar en ella, a excepción de una, aquella con las ventanas cubiertas con cintas de látex rojo y estampas de corazones pegadas sobre la puerta cerrada, a pesar de que dentro había alguien atendiendo.
Es un sex-shop. Mi pareja soltó mi mano para acercarse al escaparate lleno de artículos con formas creativas que invitan a la lujuria y empezó a contarlos uno a uno. Desde allí, me dijo mientras se reía: ¡Estoy pensando en comprar un dildo!
La vi con ojos juzgadores, puesto que, aunque divertido, no es algo que pueda abrir la noche del 24 frente a toda la familia. Ella me condujo hacia la tienda explicando que no lo compraría para mí, o para ambos, era un regalo solo para ella.
Fueron 20 minutos de escucharla hablar con la dependienta del local acerca de tamaños, formas, funciones e incluso de inteligencia artificial usada en los productos de placer femenino por medio de aplicaciones móviles conectadas a vibradores autónomos.
La variedad me causó curiosidad. Los juguetes sexuales me parecen una forma de explorar el placer en pareja, pero nunca pensé en usar uno por mi cuenta. Rompí el silencio incómodo en el que me mantenía al preguntar con recelo: ¿y qué opciones tiene para los hombres?
La vendedora soltó los collares de cuero que le mostraba a ella y tomó una caja de arriba de una repisa. Tenemos muñecas inflables y vulvas en lata, contestó.
La respuesta me quitó todas mis fantasías. Considero que existe un estigma alrededor de los juguetes sexuales masculinos y que la sociedad es opresiva y mojigata con el placer del hombre.
Salimos de la tienda. Mi novia llevaba campante en una bolsa rosa a su nuevo compañero, al tiempo que yo investigaba qué otras opciones son posibles para no quedarme atrás en esta guerra por la satisfacción sexual.
A parte de la típica muñeca inflable, descubrí que hay muchas formas para que los hombres gocemos de una sexualidad plena e incluso saludable. Hay opciones de estimulación como esferas vibradoras para la próstata, donde se encuentra el equivalente al punto G en el cuerpo de los hombres y que son una excelente opción si nos sacamos de encima los tabúes sobre nuestro cuerpo.
Pero si no eres muy avezado, existen anillos retardantes que pueden ayudar a mejorar el desempeño y controlar la eyaculación mientras estamos con nuestra pareja o masturbándonos.
Los juguetes sexuales incluso pueden convertirse en una herramienta vinculada a la salud y recuperación genital.
Desde 2010, la Food and Drink Administration, por sus siglas en inglés FDA, es la institución norteamericana encargada de verificar la efectividad de procesos médicos y farmacéuticos, recomiendan vibradores que envuelven el pene y lo estimulan como parte de los procesos post quirúrgicos relacionados con el cáncer de próstata. Esto con la finalidad de recobrar la fuerza en las erecciones.
Sostengo que para conseguir una sociedad más igualitaria entre hombres y mujeres debemos eliminar los estigmas que existen sobre el cuerpo y el sexo. ¿Qué tal si empezamos a normalizar el uso de juguetes sexuales para todos?