EDUARDO KINGMAN GARCÉS:

‘ECUADOR ESTÁ EN UN CALLEJÓN SIN SALIDA’

Es un personaje múltiple y multiplicador. Es docente emérito de la Flacso, historiador, antropólogo, filósofo, poeta y pintor. Recibió el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo el 8 de agosto de 2024, junto con Estelina Quinatoa y Jorge Martillo.

Todo lo que hace lo ha hecho para entender el mundo. Tiene 75 años y ha vencido tres cánceres, lo que también ha contribuido para que mire la vida con mayor profundidad y para ser lo que es: un hombre delgado de vestir modesto, sin poses, de barba blanca y escaso pelo cano. Un hombre que lee. Que escribe. Que ama enseñar. Que rechaza caer en el cliché de “académico” y que prefiere denominarse, simplemente, profesor. 

Es Eduardo Kingman Garcés, sobrino del genial pintor Eduardo Kingman e hijo del legendario periodista y conversador Nicolás Kingman. Está casado con la profesora e investigadora Ana María Goetschel, también de la Flacso, y tiene tres hijos y cuatro nietos.

Conversamos en la cafetería de la universidad, un hermoso espacio para dialogar. Allí, entre las obras de grandes pintores como Miguel Betancourt y Marcelo Aguirre, se destacan también los cuadros de mediano y pequeño formato de Eduardo.

Es un agudo observador de la realidad y cultiva el pensamiento crítico. En ese ejercicio de reflexión, análisis y filosofía entiende que el mundo vive un profundo y radical cambio civilizatorio. 

-Estamos destruyendo el planeta y no nos damos cuenta. Creemos que el mundo avanza con el proyecto industrial y la masificación consumista, pero, en realidad, asistimos impávidos a la muerte de la naturaleza.

Dice eso y añade que ninguno de nosotros somos ajenos a lo que pasa, que estamos siendo víctimas y victimarios desde el poder, la violencia, el racismo y la dominación masculina. Dice que somos inocencias culpables:

-Enajenados y embobados con los centros comerciales y la obsesión por comprar y gastar, nos hemos vuelto analfabetos.

Su manera suave de hablar y expresarse contrasta con la firmeza de sus opiniones. ¿Qué nos está pasando como sociedad?, le pregunto y coincido con su respuesta. Cada día somos más analfabetos: no pensamos, no asumimos posiciones, preferimos evadir la necesidad de tener juicios morales.

Deberían dolernos Gaza, Ucrania, Venezuela, dolernos desde la honestidad de una izquierda no corrupta, una izquierda que aún tiene el alma limpia y transparente.

Se queda un momento en silencio antes de citar a Walter Benjamin: “Ya no cabe esperar al Mesías. El único Mesías es decir basta”.

¿Qué podemos decir de Ecuador? Eduardo Kingman está claro en lo que se debe decir: que somos un país pequeñito atrapado en un callejón sin salida, atrapado por el narcotráfico y la violencia, por la corrupción judicial, política y legislativa.

¿Por qué atrapados? Porque no se ve ninguna ruta de escape, porque en el país no tenemos referentes de honestidad, de servicio a los demás, de sinceridad y entrega.

Lo menciona con dolor. Con frustración. “Estamos siendo resquebrajados -subraya-. Nos imponen qué es lo estético y lo no estético, lo sabio y lo ignorante, lo legitimado y lo no legitimado, quiénes deben ser nuestros dioses y qué debe ser destruido”.

Habla no solo desde él, sino desde sus referentes intelectuales: el peruano José María Arguedas y los ecuatorianos Bolívar Echeverría, Hernán Ibarra y Andrés Guerrero.

¿Cómo es su vida personal? ¿Cómo hace para escribir, leer, hacer poesía, pintar, dar clases, ser -como confiesa él- desordenado, pasar de una inquietud a otra, ser muy de su familia, explorar su lado femenino, ser padre y ser abuelo?

Pues lo hace, simplemente. Trata de ser coherente con lo que piensa y lo que siente. Trata, a pesar de sus críticas sociales, de ser un optimista radical. En el fondo, aún cree que algo cambiará, que algo deberá cambiar para bien. 

Me cuenta de una experiencia personal alucinante: su amistad de años con albañiles, en especial con Nicolás Pichucho, de la asociación 13 de abril. Y reflexiona: ¿por qué los albañiles no pueden hablar de la construcción de la ciudad si ellos son los protagonistas? Una prueba más de que no respetamos los saberes de la gente, de que no valoramos las esencias de las personas que tanto tienen que decir, pero que las neutralizamos.

Hombre profundo es Eduardo Kingman Garcés. Un poeta caótico que ha logrado recopilar sus textos y con ellos una editorial mexicana publicará, pronto, el libro “Poesía reunida”, de 700 páginas. Un hombre que no usa celular por convicción. Un hombre único.

Rubén Darío Buitrón