ETZA NANTU, REBECA CUEVA, ESCRÍBEME 0993343418/ PARA NOTIMERCIO
No es amor si para mantenerlo debes callar tu voz, perder tu esencia y vivir con miedo a ser tú mismo.
La mañana era fresca, con una brisa suave que movía las ramas de los árboles con una suavidad que seducía, que relajaba. Caminaba por el parque, sentí unos pasos acercándose, una voz suavemente me llamó, era una paciente.
Me presentó a su sobrino, un joven de unos 25 años, tenso, me pidió conversar con él, necesita mi ayuda. Él asintió y me invitó a caminar.
Su primera expresión, “necesito que me ayude para terminar con una relación espantosa, no sé qué hacer, me estoy perdiendo a mí mismo”.
Con mucha ternura le propuse conversar sin reservas. Al principio dudó abrir su corazón, pero finalmente inició: “estoy en una relación, hace más de cinco años, no sé, si de pareja o dependencia. Me siento agotado, confundido, vigilado, pero lo peor, no me puedo liberar”.
Le pedí que respire profundamente, que confiara. De a poco habló de su pareja, de sus padres, hasta de un amigo que lo hacían sentir culpable, pequeño, inútil y lo peor, responsable de todo.
Le expliqué que en una relación tóxica no siempre hay gritos, golpes, sino que incluso se disfraza de mucho cariño y frases como: “te quiero”, “te cuido”, “te necesito” o “todo lo hago por ti”, pero detrás hay mucho control, manipulación emocional, chantajes, dependencias y miedos. Recalqué que las relaciones tóxicas pueden surgir entre parejas, familiares o amistades.
Descubrimos en él los síntomas de una relación tóxica, como la ansiedad antes de cada encuentro, el insomnio, la pérdida de apetito, el miedo a expresarse, la necesidad constante de aprobación y una sensación persistente de no ser suficiente para el otro.
En su cuerpo, era evidente el dolor de pecho, la tensión muscular y el cansancio constante. A nivel emocional, vivía con miedo, tristeza, culpabilidad y frustración. Su mente, con un diálogo interno muy cruel que lo descalificaban: “no sirves para ella” “sin ella estás perdido”. En el plano espiritual, se había desprendido de su esencia, ya no se reconocía.
Le propuse pensar que una relación donde dejas de ser tú mismo para mantener al otro satisfecho, feliz, no es amor, es auto abandono.
Con sus ojos llenos de lágrimas, me preguntó: ¿cómo me libero? ¿qué hago? Le hice notar que necesita trabajar en su amor propio, en el dolor y la dependencia, pero con ayuda terapéutica para reconocer los patrones que lo mantienen atado, comprender sus heridas de la infancia, que lo hacen tolerar la manipulación y no poner límites sanos.
Le sugerí practicar terapias corporales, respiratorias, alimenticias, junto a Flores de Bach, Digitopuntura, Aromaterapia, entre otras, para reconectar con su centro, equilibrar, liberarse y recuperar su autoestima.
Con su voz entrecortada, con mucha emoción expresó “me siento un poquitín más tranquilo, algo libre, con luz al final del túnel, es por primera vez en años, muchas gracias”.
No encontró todas las respuestas, pero había dado el paso más valiente, buscar ayuda y eso ya era el inicio de su sanación.
A mi terapia llegan muchas personas atrapadas en relaciones tóxicas, que las lastiman y anulan por completo, si eres una de ellas, busca ayuda, es urgente cuidarte y salvarte.
“Elegirte a ti mismo no es egoísmo, es supervivencia emocional” déjate ayudar.